El presidente Donald Trump fue el centro de atención en la final masculina del Abierto de Estados Unidos, donde su presencia causó un gran revuelo entre los asistentes. A su llegada, fue recibido con una mezcla de abucheos y vítores en un estadio Arthur Ashe que aún estaba vacío, ya que la seguridad adicional por su visita provocó largas filas que hicieron que muchos aficionados se perdieran el inicio del juego.
Trump apareció brevemente en la suite 45 minutos antes del juego y, después de una corta aparición, se dirigió al balcón para observar el partido. Durante el Himno Nacional, fue nuevamente captado por las pantallas del estadio, donde su expresión provocó más abucheos. A lo largo del partido, su reacción fue contenida, ya que casi no aplaudió durante los momentos clave que animaron al público.
Los organizadores decidieron retrasar el inicio del encuentro en media hora para gestionar el tráfico de asistentes debido a los controles de seguridad reforzados, pero a pesar de estos esfuerzos, muchas personas continuaron en las filas exteriores mientras el partido ya se jugaba. Esto dejó varias secciones de asientos vacías durante un buen tiempo, lo que evidenció la frustración de los aficionados. El Servicio Secreto comentó que la protección del ex presidente demandó un esfuerzo coordinado, lo cual podría ser responsable de los retrasos en el acceso al evento.