Mente
Alimentación intuitiva; la no dieta.
La dieta intuitiva no es el caos y no consiste en hacer lo que te dé la gana sin más. Al contrario, se trata de recuperar la comunicación con tu cuerpo, para captar sus necesidades reales.
No es fácil, porque la mayoría de los hábitos alimentarios están condicionados por la costumbre, por el entorno o por la publicidad. La alimentación intuitiva te propone que no hagas caso a nada, solo a tu propio cuerpo.
Comer de forma intuitiva es algo que hacemos desde que nacemos, pero que a menudo olvidamos a lo largo de la vida. Los bebés y los niños pequeños comen cuando tienen hambre y dejan de comer cuando están llenos.
Lo que no les apetece, no se lo comen. Aunque suene muy simple, es más complicado para los adultos. Frases que se les repiten a los niños como si te lo terminas todo, serás más grande o si no eres bueno, no tendrás postre influyen en nuestra percepción de los alimentos buenos y malos, y sobre todo hace que atendamos más a esos mensajes que a los que nos transmite el organismo.
Luego, cuando somos adultos y buscamos ayuda para mejorar la alimentación nos encontramos a menudo con dietas basadas en prohibiciones, abstinencias y cálculos matemáticos, lo que continúa alejándonos de las señales de nuestro propio cuerpo. No en vano se ha demostrado estadísticamente que la mayoría de las dietas fracasan o tienen altas tasas de recaída y, a largo plazo, incluso conducen a más peso e incluso trastornos alimentarios.
Una dieta intuitiva, en cambio, se basa en la suposición de que el cuerpo sabe cuál es la cantidad correcta y el alimento idóneo para él. Si escuchas a tu cuerpo e interpretas las señales del hambre correctamente, automáticamente te alimentarás de manera más saludable, en algún momento llegarás al punto de interpretar correctamente las señales de tu cuerpo y podrás disfrutar de las comidas sin pensar demasiado en ello.
Con información de CuerpoMente
No es fácil, porque la mayoría de los hábitos alimentarios están condicionados por la costumbre, por el entorno o por la publicidad. La alimentación intuitiva te propone que no hagas caso a nada, solo a tu propio cuerpo.
Comer de forma intuitiva es algo que hacemos desde que nacemos, pero que a menudo olvidamos a lo largo de la vida. Los bebés y los niños pequeños comen cuando tienen hambre y dejan de comer cuando están llenos.
Lo que no les apetece, no se lo comen. Aunque suene muy simple, es más complicado para los adultos. Frases que se les repiten a los niños como si te lo terminas todo, serás más grande o si no eres bueno, no tendrás postre influyen en nuestra percepción de los alimentos buenos y malos, y sobre todo hace que atendamos más a esos mensajes que a los que nos transmite el organismo.
Luego, cuando somos adultos y buscamos ayuda para mejorar la alimentación nos encontramos a menudo con dietas basadas en prohibiciones, abstinencias y cálculos matemáticos, lo que continúa alejándonos de las señales de nuestro propio cuerpo. No en vano se ha demostrado estadísticamente que la mayoría de las dietas fracasan o tienen altas tasas de recaída y, a largo plazo, incluso conducen a más peso e incluso trastornos alimentarios.
Una dieta intuitiva, en cambio, se basa en la suposición de que el cuerpo sabe cuál es la cantidad correcta y el alimento idóneo para él. Si escuchas a tu cuerpo e interpretas las señales del hambre correctamente, automáticamente te alimentarás de manera más saludable, en algún momento llegarás al punto de interpretar correctamente las señales de tu cuerpo y podrás disfrutar de las comidas sin pensar demasiado en ello.
Con información de CuerpoMente
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