La situación en Chilpancingo, Guerrero, continúa siendo crítica debido a la violencia vinculada a la lucha por el control territorial entre grupos criminales y políticos. Durante tres días, la ciudad ha estado prácticamente paralizada, con escuelas, tiendas y oficinas del ayuntamiento cerradas. El transporte público ha sido severamente afectado, reduciéndose a mínimos operativos tras incendios de vehículos de transporte público y amenazas a los conductores.
A pesar de la presencia de fuerzas policiales y militares en la zona, incluyendo la participación de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, la comunidad sigue en un estado de temor e incertidumbre. Las autoridades educativas, como la Secretaría de Educación Guerrero y el rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, han mantenido un bajo perfil y no han ofrecido declaraciones sobre la crisis.
Recientemente, se produjo un incidente alarmante cuando hombres armados incendiaron una camioneta de pasajeros en una de las áreas más transitadas de la ciudad. Este ataque fue parte de una serie de actos violentos que también incluyeron asesinatos en la central de abasto Baltazar R. Leyva.
El director de la Comisión de Transporte y Vialidad de Guerrero declaró que algunos servicios de transporte han comenzado a reanudarse, aunque la situación sigue siendo alarmante y los ciudadanos permanecen preocupados por su seguridad y el futuro inmediato de la ciudad.