David Rieff, en su libro *Deseo y destino: Lo woke, el ocaso de la cultura y la victoria de lo kitsch*, plantea una crítica profunda hacia la noción de que recordar el pasado es siempre positivo y moralmente superior al olvido. Al abordar el avance del progresismo, Rieff sugiere que, aunque este movimiento busca promover la justicia social y la inclusión, también plantea desafíos significativos para la democracia y la libertad de expresión.
Rieff cuestiona si los esfuerzos por recordar y abordar injusticias pasadas son, en lugar de un camino hacia un futuro mejor, una posible fuente de polarización y resistencia. A través de su análisis, pone de relieve cómo la cultura de la cancelación y la política de la identidad pueden conducir a una disminución del espacio para el diálogo y la diversidad de opiniones, lo que podría, en última instancia, ser perjudicial para la cohesión social.
La polarización que observa en el discurso político contemporáneo podría interpretarse como una señal de que el progresismo, en su forma actual, no siempre conduce a una mejora en la calidad de la democracia. En lugar de un futuro mejor, Rieff plantea que podríamos estar avanzando hacia un entorno político más divisivo y menos democrático.
La pregunta que Rieff deja en el aire, “¿cuánta verdad puede soportar una sociedad antes de romperse?”, refleja su inquietud acerca de los límites de la memoria colectiva y la verdad en medio de una cultura que a menudo se siente incapaz de manejar las complejidades del pasado sin caer en el extremismo. Su visión es la de un disidente que alerta sobre los peligros de las certezas morales absolutas y la posible incapacidad de la sociedad para reconciliarse con sus propios recuerdos y verdades incómodas.
Por lo tanto, aunque el progresismo puede tener intenciones de crear un futuro más justo, Rieff invita a la reflexión crítica sobre cómo estos movimientos se desarrollan y sus efectos en la estructura democrática y en la libertad de expresión.