Gemima Hernández, una activista independiente, ha estado protestando durante más de un mes y medio frente a Palacio Nacional en la Ciudad de México debido a la extorsión que sufren los habitantes de Puerto San Carlos y Guerrero Negro, en Baja California Sur. Su lucha ha traído graves repercusiones personales: su hijo fue secuestrado, su casa fue incendiada y ha sufrido atentados contra su vida.
Hernández ha revelado que ha tenido que esconder a dos de sus hijos menores de edad por miedo a que también sean víctimas de la violencia y represalias. Denuncia un grave problema de extorsión conocido como "cobro de piso", que se realiza en complicidad con autoridades locales. A lo largo de su activismo, ha experimentado múltiples amenazas y ha sobrevivido a tres intentos de asesinato. Además, siente que su vida corre peligro si regresa a su estado, especialmente considerando los casos de otras personas que han sido asesinadas tras denunciar situaciones similares, como el caso de una maestra jubilada en Veracruz.
A pesar de la presión recibida, Gemima ha manifestado su intención de seguir alzando la voz y luchando contra estas injusticias. La recuperación de su hijo se debió, en parte, a su valentía al protestar en la Ciudad de México, aunque ella considera que estas manifestaciones son las razones por las cuales fue "levantado" en primer lugar. Sus testimonios destacan la peligrosidad del activismo en su estado y la necesidad urgente de atención y solución a la crisis de seguridad y extorsión en su comunidad.