El caso de Ivet Playà y Alejandro Sanz ha generado un amplio debate en redes sociales y medios de comunicación. La joven, quien era admiradora del cantante desde adolescencia, relató su experiencia en TikTok, lo que ha suscitado inquietud sobre el comportamiento del artista y la dinámica de su relación.
Ivet mencionó que Alejandro Sanz comenzó a seguirla en redes sociales cuando ella era menor de edad y, a través de mensajes privados y comentarios, establecieron una comunicación que con el tiempo se volvió más íntima. La joven destacó que, aunque no considera que su experiencia haya sido un abuso en términos tradicionales, otras personas han señalado que podría encajar en la definición de grooming, que implica manipulación y explotación de un menor por un adulto.
La relación avanzó a un encuentro privado a los 18 años de Ivet, cuando Sanz tenía casi 50. Posteriormente, ella se mudó a Madrid a los 22 años para trabajar con él, indicando que su conexión pasó a ser de carácter personal y sexual.
Este tipo de relatos, que evidencian las dinámicas de poder y la vulnerabilidad de las jóvenes fanáticas ante figuras públicas, ha abierto un espacio para discutir la ética de las relaciones entre adultos y menores de edad, así como la responsabilidad de los adultos a la hora de establecer vínculos con personas significativamente más jóvenes. La situación de Ivet ha generado tanto apoyo como críticas, convirtiéndose en un tema de interés y análisis en la sociedad actual.