La reciente tormenta en la Ciudad de México ha evidenciado la vulnerabilidad de la infraestructura ante fenómenos climáticos, a pesar de los esfuerzos presentados por la jefa de Gobierno, Clara Brugada. A solo unos días de haber anunciado un protocolo para enfrentar la temporada de lluvias y un operativo de desazolve considerado el más significativo en años, la capital se vio abrumada por intensas lluvias que provocaron múltiples encharcamientos, problemas en el transporte público y la activación de operativos de emergencia en diversas alcaldías.
Con al menos 69 encharcamientos reportados, la caída de árboles y la interrupción de servicios del Metro, la situación generó un caos en la ciudad, cuestionando la efectividad de las medidas preventivas anunciadas. La jefa de Gobierno había resaltado la desobstrucción de 270 kilómetros de drenaje realizado entre febrero y mayo, pero las inundaciones desataron críticas hacia su gestión y la preparación de la ciudad para enfrentar tales eventualidades.
Este incidente pone de relieve la importancia de revisar y mejorar las estrategias de gestión de agua y atención a desastres, especialmente en un contexto donde las lluvias intensas son cada vez más frecuentes.