El caso de Diego Armando Maradona ha dejado al descubierto serias irregularidades en el manejo de su atención médica antes de su muerte. Durante el juicio en curso en San Isidro, se han presentado evidencias contundentes que sugieren que no se realizaron los exámenes preoperatorios necesarios antes de la cirugía que se le practicó bajo un contexto muy delicado.
Uno de los puntos más críticos es la revelación de que el médico de cabecera de Maradona, Leopoldo Luque, no fue el cirujano responsable de la operación, a pesar de que su nombre figura en el informe oficial. Además, varios testimonios han indicado que tanto Luque como la psiquiatra Agustina Cosachov intentaron desvincularse de las decisiones tomadas respecto a la atención de Maradona, especialmente en relación con su recuperación en casa, lo que pone en entredicho la ética profesional y la responsabilidad de los implicados.
Las comunicaciones a través de un grupo de WhatsApp han mostrado inconsistencias en los informes brindados por el personal médico en las horas previas a la muerte del astro del fútbol. A pesar de las afirmaciones de que Maradona se encontraba "en buena forma", la situación era en realidad muy grave y se omitieron detalles críticos sobre su estado de salud.
Este caso ha cautivado la atención pública y ha abierto un debate sobre la calidad de la atención médica, así como sobre las prácticas en el cuidado de personas con condiciones críticas como las que sufría Maradona. Los acusados, que enfrentan cargos de homicidio simple con dolo eventual, pueden enfrentar severas consecuencias dependiendo del desenlace del proceso judicial.