La presidenta Claudia Sheinbaum ha demostrado un desarrollo político significativo al concluir su primer año de gestión, destacando un enfoque de "dirección y liderazgo" que la distingue en ciertos aspectos de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador. Analistas políticos y constitucionalistas han señalado que su estilo se aleja de la política machista predominante y refleja una capacidad de tomar decisiones que marcan la pauta para su administración.
Miguel Eraña Sánchez, un constitucionalista y académico, observa que Sheinbaum no siente la necesidad de desmarcarse abiertamente de López Obrador, ya que el control político del exmandatario se mantiene. Él sugiere que mientras López Obrador siga influyendo desde su espacio en Palenque, Sheinbaum podrá operar con un grado de autonomía sin la presión de distanciarse de él.
Al mirar hacia el futuro, especialmente en el contexto de la renegociación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), se espera que la presidenta implemente estrategias más efectivas y concretas que generen resultados positivos para el país. Así, la fuerza política de Sheinbaum se visualizará en su capacidad para equilibrar su gobierno entre la independencia y la continuidad del legado de López Obrador mientras se enfrenta a los nuevos desafíos que se avecinan con miras a 2027.