El narco en Sinaloa desaparece personas ahora en fosas sépticas

La situación en Culiacán, Sinaloa, es desgarradora y refleja la crisis humanitaria que atraviesa la región debido a la violencia del crimen organizado. María Isabel Cruz Bernal, como madre buscadora, enfrenta diariamente el horror de la deshumanización que resulta de las ejecuciones y desapariciones forzadas. El hecho de encontrar cuerpos en fosas sépticas, con restos humanos sumergidos en excrementos, es un testimonio escalofriante de la brutalidad con la que actúan los grupos criminales.
Las condiciones de búsqueda son deplorables, no solo por el contexto en el que se desarrollan estas actividades, sino por el ambiente físico, ya que las mujeres que participan en la búsqueda deben lidiar con un hedor insoportable y la contaminación biológica. El uso de equipo protector es fundamental, pero no elimina el impacto psicológico y emocional que esta labor van a tener sobre ellas.
El silencio impuesto por el miedo en la población local crea un clima de impunidad, donde los crímenes ocurren sin que nadie se atreva a ser testigo. Las desapariciones han aumentado considerablemente, especialmente antes del estallido de la lucha interna entre facciones del narcotráfico. Las madres buscadoras, inicialmente limitadas a repartir volantes, ahora se ven obligadas a excavar en lugares peligrosos por su cuenta, buscando respuestas sobre el paradero de sus seres queridos.
Este relato no solo pone de manifiesto la desesperación y valentía de quienes buscan justicia, sino también el profundo sufrimiento que se vive en la región, reflejando la necesidad urgente de un cambio en la situación de seguridad y un enfoque más humanitario ante una crisis que parece no tener fin.

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