¿A dónde van los desaparecidos?

Por Diana Jael Gómez Ángeles

¿A dónde van los desaparecidos?

Me pregunto ¿Cuántos países tendrán una Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición Cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas?

Esta Ley nació en 2017, como respuesta a un país que no se daba abasto para buscar a todos los desaparecidos: las mujeres secuestradas para trata de blancas, las abusadas física y sexualmente, los levantados por el crimen organizado, las personas defensoras del medio ambiente, de los derechos de la comunidad LGBTTTIQ, las víctimas colaterales... esta da respuesta a las preguntas de los familiares, donde el estado admitía “si te escucho, pero no se cómo resolver la violencia que yo mismo desaté”.

La primera noción que tuvimos de que esto se salió de control fue cuando en 2006, la Secretaría de Gobernación comenzó a entregar el reporte “Búsqueda e Identificación de Personas Desaparecidas” en ese entonces, este archivo histórico iniciaba con 238 víctimas. Al cierre del sexenio de Calderón, dicho reporte cerró con el reporte de 16, 422 personas desaparecidas y no localizadas. En el sexenio de Peña Nieto se reportaron 34,337 personas en el mismo supuesto; la actual administración a septiembre de 2020, se reportaron 13,821 personas.

¿Qué nos dice este número? Si existiera una medición real y objetiva de las políticas públicas de seguridad interior, se darían cuenta que el ejército en las calles no funcionó, no fue buena idea; las desapariciones suben exponencialmente año con año, y parece ser que ni el cambio de partido al frente del país, ha abonado en combatir las desapariciones, y miren que no sumamos el reporte de personas muertas.

Ante esta muestra incompetencia, los ciudadanos se han organizado en grupos de búsqueda de sus familiares. Con palas, siguiendo pistas de voces anónimas, infiltrándose ellos mismos para investigar aquello que a la policía le da miedo hacer: su trabajo. Los resultados son aun más escalofriantes: fosas clandestinas, cementerios improvisados donde con ácido o a fuego vivo, eliminan el único consuelo que a veces busca una familia: la tranquilidad de saber que su ser querido ya dejó este plano, ver el cuerpo para entender que la pesadilla que están viviendo es real.

Sobre las fosas dicho reporte menciona que, del 1 de diciembre de 2018 a septiembre de 2020, el gobierno ha encontrado 1257 fosas clandestinas, que contenían 1957 cuerpos, de los cuales sólo han identificado 806 y penosamente, sólo 447 han sido entregados a sus familiares. Tecomán, Colima fue el municipio dónde se encontraron más fosas (96, la ironía de ser el Estado más pequeño y con más espacio para estas atrocidades), el que menos Juárez, Chihuahua (30 fosas).

Este reporte también incluye un informe de la entrega de 333.8 millones de pesos a 26 comisiones de búsqueda, ubicadas en los Estados de Baja California Sur, Coahuila, Sonora y Veracruz.

Con todos los hechos horribles que les acabo de describir, el año pasado se extinguieron los fideicomisos Fondo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, que apoyaba económicamente a aquellas personas desplazadas de sus ciudades natales por amenazas en contra de su persona (como el fotógrafo Rubén Espinosa Becerril q.e.p.d., asesinado en CDMX, quien era presuntamente perseguido por el ex Gobernador de Veracruz, Javier Duarte), y el más importante el Fondo de Ayuda, Asistencia y Reparación Integral, que apoyaba a las personas que salían a buscar a sus familiares desaparecidos dejando sus hogares y trabajos.

Es triste ver a aquellos que aprobaron en el 2018 la creación de la Guardia Nacional, son hoy candidatos que se les premió por votar a favor con la reelección. Pero si los interpelan con la pregunta ¿leyó el informe anual que presenta la Guardia Nacional? Su cara será de que no sabe de qué le están hablando, probablemente no sepa ni qué aprobó y mucho menos conozca los números que les acabo de presentar.

Mientras que este país siga teniendo un reporte de desapariciones por pensar libremente, por ser mujer, porque sus economías estatales giran alrededor del narcotráfico, por defender lo que uno cree, piensa o vee, por defender la verdad; no podemos hablar de que las cosas están cambiando solo porque el Presidente lo dice, seguimos por el mismo camino, y muchas familias, talvez alguien cercano a nosotros, podría estar a punto de entrar en este purgatorio indeseable, indescriptible, que produce ganas de quemar todo.

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