El cierre del gobierno de EE. UU. ha llevado a la Administración Federal de Aviación (FAA) a implementar una reducción del 10% en el tráfico aéreo en 40 mercados de alto volumen, incluyendo aeropuertos importantes como los de Nueva York, Los Ángeles, Chicago, Atlanta, Denver, Dallas, Orlando, Miami y San Francisco. La medida se toma debido a la creciente tensión entre los controladores de tráfico aéreo, quienes trabajan sin salario desde el inicio del cierre el 1 de octubre, lo que ha causado un aumento en las ausencias.
Los controladores de tráfico aéreo, que ya han enfrentado dificultades financieras, experimentan mayor presión como resultado del cierre gubernamental, lo que ha llevado a la FAA a actuar para asegurar la seguridad en los viajes aéreos. Las aerolíneas, por su parte, han expresado su compromiso de reducir al mínimo el impacto en los viajeros, con United Airlines enfocándose en recortes en rutas regionales que utilizan aviones más pequeños.
Esta situación resalta el efecto secundario que tienen los cierres gubernamentales en la infraestructura y los servicios esenciales del país, especialmente en sectores críticos como la aviación.