La situación en Álamo, Veracruz, es un claro reflejo de las consecuencias devastadoras que pueden derivar de inundaciones repentinas. Graciela Bautista y Josenaun de la Cruz son solo dos de los muchos afectados que han experimentado pérdidas significativas debido a la crecida del río Pantepec. Graciela describe cómo, en medio de la noche, su hogar fue invadido por el agua, dejándola sin tiempo para rescatar más que lo esencial. La comparación con la inundación de 1999 resalta la gravedad del evento y la falta de alertas adecuadas que permitieran a los pobladores prepararse.
Por su parte, Josenaun relata cómo él y su familia sobrevivieron a la inundación utilizando un congelador como balsa, subrayando el nivel crítico del agua que los rodeaba. Sus pérdidas materiales son significativas, pero lo más importante es que han salido con vida. Su testimonio también pone de manifiesto el descontento con la respuesta de las autoridades, indicando una falta de comunicación y acción que podría haber mitigado la situación.
Estos relatos evidencian la necesidad urgente de mejorar los sistemas de alerta y respuesta ante desastres en la región para prevenir tragedias similares en el futuro. Además, subrayan la resiliencia de las comunidades afectadas, que a pesar de las adversidades, siguen luchando por reconstruir sus vidas.