El asesinato de Abel Roberto Román Bojórquez ha causado una gran conmoción en Baja California, especialmente dada la conexión del joven con su abuela, Paty Orozco, quien es conocida por su activismo en la búsqueda de personas desaparecidas. Este trágico suceso, en el que Abel fue atacado a balazos cuando llegaba a casa de su abuela, lamentablemente se inscribe dentro de un contexto de creciente violencia en la región, que ha sido marcada por otros homicidios recientes.
El hecho ha motivado una fuerte reacción de diversas organizaciones y colectivos, que han expresado su indignación y han exigido medidas para detener la violencia que está afectando a la comunidad. La situación se agrava al considerar que Paty Orozco ya había solicitado protección ante amenazas a su vida y la de su familia, pero su solicitud fue desestimada por las autoridades competentes. Esto pone de manifiesto la falta de medidas efectivas para resguardar a defensores de derechos humanos en un entorno tan peligroso.
El caso de Abel Roberto no solo es una tragedia personal, sino también un reflejo de una problemática mayor que afecta a muchos en Baja California y en otras partes del país, donde la violencia y la impunidad han llevado a situaciones desesperadas para familias y comunidades. La reacción de las organizaciones y la exigencia de justicia son pasos necesarios para abordar esta crítica cuestión.