El cuarto informe de gobierno de la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda, fue un evento marcado por una fuerte presencia de seguridad debido a la violencia que enfrenta la región, así como por la inclusión de funcionarios y grupos de apoyo que parecían ser organizados para apoyar su rendición de cuentas. En un ambiente contrastante, mientras que fuera del auditorio había celebraciones con música y danzas, también había un trasfondo de tensión generada por la delincuencia en la zona.
La organización del evento se asemejó a prácticas políticas del pasado, donde se utilizó a burócratas y estudiantes, algunos guiados por figuras influyentes como el exrector Javier Saldaña Almazán, para mostrar un respaldo al informe. Además, se impusieron restricciones de circulación en las vías cercanas al auditorio y se dio un día de asueto a los trabajadores del gobierno, lo que sugiere un control significativo sobre la participación en este tipo de actos políticos.
A pesar de la atmósfera festiva, la realidad de la inseguridad en Guerrero resaltaba la complejidad del contexto en el que se desenvuelve la gobernanza actual, generando incertidumbre tanto para los ciudadanos como para los mismos actores políticos presentes en el evento.