Sheinbaum: obcecación y torpeza…

Columna de Opinión de Excelsior

Sheinbaum: obcecación y torpeza…

Apenas el viernes, cuando despertó, la ensoberbecida responsable del (des)gobierno de la Ciudad de México se percató de que, dos semanas atrás al menos, el desbordamiento de la pandemia de la covid-19 había alcanzado a la capital y rebasado a sus autoridades, y de que su obcecada resistencia a elevar a rojo el semáforo epidemiológico y adoptar oportunamente medidas propias del mismo, había costado ya la vida a cientos, cuando no a miles de sus conciudadanos, y pone en riesgo, ahora, la existencia de miles de empresas y fuentes de trabajo.

La realidad le alcanzó y, entonces sí, Claudia Sheinbaum no tuvo más opción que dejar de atender a las exigencias —“órdenes, para ser claros”— que para no dañar a la economía local y nacional le eran dictadas desde Palacio. Entonces, presumiblemente, inició una revisión de la fallida gestión sanitaria y económica del problema que, a la fecha, no ha derivado sino en el aumento de camas disponibles en clínicas y hospitales habilitados para atender al creciente número de infectados y al cierre indiscriminado de actividades y negocios presumiblemente “no esenciales” que, a decir de la Coparmex de José Medina Mora, causará el cierre de al menos 10,000 empresas.

La situación hoy es grave. Lo era ya desde la semana del 28 de noviembre al 4 de diciembre, en que el número de muertos acumulados llegó a 654 y a 23,587 el de infectados; en el periodo comprendido entre el 5 y el 11 de diciembre, en que los decesos llegaron a 711 y a 30,202 los contagiados o, más, entre el pasado 12 y 18 de los corrientes en que los fallecimientos se “dispararon” a 972 y a 28,128 el acumulado de enfermos confirmados, aun cuando durante todo ese tiempo, la insistencia de jugar con la gama del naranja no hizo más que diferir la adopción de medidas como las que ahora, de manera tardía, se asumen.

Y en el inicio del feriado navideño, el asunto amenaza con agravarse por razones más que obvias y por la explicitada indisposición de la autoridad de asumir medidas de contención social que, si bien podrían derivar en críticas y/o pérdida de popularidad, a la vista del más importante y trascendental proceso electoral, lo cierto es que cada vez parecen más urgentes.

No se trata, pues, de cancelar libertades, sino de contener la pérdida de vidas y el daño que el inadecuado manejo de la pandemia está causando…

Por Enrique Aranda, para Excelsior. 

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