El asesinato de Maricela Morales Ortiz, excandidata de Morena a la presidencia municipal de Pilcaya, es un trágico reflejo de la creciente violencia en México, especialmente en regiones donde el crimen organizado actúa de manera impune. El ataque, ocurrido en la carretera federal Taxco – Ixtapan de la Sal, dejó también a otras tres personas muertas y una herida de gravedad, lo que subraya la brutalidad del incidente.
La emboscada se produjo cerca del crucero de Cacahuamilpa, en el municipio de Pilcaya, en una zona limítrofe entre Guerrero, el Estado de México y Morelos. La camioneta de Morales fue atacada con disparos, lo que provocó que el conductor perdiera el control y colisionara con otro vehículo, resultando en la muerte de una pareja que viajaba en él.
Este ataque no es un caso aislado; los hijos de Maricela Morales también habían sido víctimas de un atentado anteriormente, lo que indica que la familia ha estado bajo amenaza. La falta de respuestas concretas de las autoridades de defensa y la fiscalía también refleja un patrón preocupante en la atención a la violencia política en el país.
La situación pone de relieve el riesgo que enfrentan figuras políticas y sus familias en diversas partes de México, donde la delincuencia organizada sigue desafiando a las instituciones gubernamentales y a la seguridad pública.