Pogacar, al ser el líder claro de la clasificación general, no necesitaba ganar la etapa final, ya que su victoria en el Tour estaba asegurada. Aún así, su decisión de atacar en las subidas a Montmartre reflejó su competencia y su deseo de ganar a pesar de las circunstancias adversas. La lluvia torrencial y las condiciones resbaladizas no detuvieron su ambición; al contrario, lo motivaron aún más, como se pudo ver en su rendimiento en las calles adoquinadas, donde los hinchas lo animaban fervorosamente.
El belga Wout van Aert, quien finalmente se llevó el triunfo en esa última etapa, se mostró fuerte y fue capaz de aprovechar la situación. La decisión de los organizadores de neutralizar los tiempos fue un gesto para priorizar la seguridad de los ciclistas frente a las difíciles condiciones climáticas.
Pogacar es ahora considerado uno de los grandes del ciclismo, con su impresionante récord de títulos en el Tour de Francia a una edad tan temprana. Su dominio en esta edición, así como en las anteriores, lo coloca como un corredor a seguir en los próximos años.