De Colosio a Durazo.

Por Diana Gómez

De Colosio a Durazo.

Esta columna parte del momento histórico que vivió México en 1994, cuando la vida política convulsiva que el país vivía en esos momentos desencadenó el asesinato del candidato a la presidencia por el hasta entonces, partido hegemónico, el PRI.

A mi parecer, los libros, la historia, los personajes que lo vivieron y hasta la misma población, habla con mucho romanticismo del que “debió haber sido” presidente de México de 1994 al 2000: Luis Donaldo Colosio.

Y es que en serio, campañas han puesto y quitado a candidatos a cargos de elección popular; sino lo cree, mire al mismísimo Obama y lo que la mercadotecnia pudo hacer por él y su partido, que, si bien no se discute la calidad de político que es, numéricamente, si ha sido el personaje con mayor inversión alrededor de su campaña, y Colosio no era la excepción.

Piense ¿Quién era Luis Donaldo Colosio? Era hijo de un priista, al igual que Carlos Salinas; egresado del Tecnológico de Monterrey, como la mayoría de los perfiles políticos en el norte del país; fue Diputado y Senador por el PRI, después, fue presidente de este partido hasta que, en 1992, se convirtió en el Secretario de Desarrollo Social de Carlos Salinas de Gortari (¿se acuerda de CONASUPO?)

Sin embargo, no es recordado por todo lo que hizo durante 44 años, sino solo por el último año de su vida, en el que hizo campaña (acuérdese que antes el proceso electoral y las campañas eran eternos), y específicamente, el discurso que pronunció en el Monumento a la Revolución, donde muchos aseguraban que rompía con el PRI (a pesar de que lo dijo en el aniversario del partido) y le costaría a vida.

Pero para saber que “hubiera” sucedido si ganaba, solo tenemos que ver quienes estaban alrededor de él en su campaña electoral: Ernesto Zedillo era su coordinador de campaña, Víctor Samuel Palma César era su coordinador de asesores, Agustín Basave Benítez amigo cercano y claro; Alfonso Durazo su secretario particular.

Todos estos nombres, siguen presentes en la política mexicana, siguen facturando en el estado mexicano, sin embargo, no veo los ideales que Colosio pronunció aquel 6 de marzo de 1994 plasmados en su trabajo.

Ernesto Zedillo fue Presidente de México, no digamos que lo hizo mal pero tampoco bien, tampoco al grado de cambio que suponía esa nueva generación que hacía equipo con Colosio. Víctor Samuel Palma César siguen activo en el PRI, teniendo cargos dentro del partido y en ocasiones siendo legislador. Agustín Basave Benítez ha saltado de partido en partido teniendo cargos y cuando la pista se agota, cambia de color. Por último, Alfonso Durazo que, de MC, pasó a Morena, fue nuestro Secretario de Seguridad Pública a inicios de este sexenio y se le “escapó” Ovidio Guzmán en Culiacán, Sinaloa y no resolvió el caso de la familia LeBarón, que fue incinerada viva entre los estados de Chihuahua y Sonora; aun así, actualmente el señor es el candidato a Gobernador en este último estado, ¿ven cómo las campañas son las que hacen a los candidatos?

Todos estos perfiles, estuvieron en reuniones con Luis Donaldo, sabían cómo operaría cuando ganara las elecciones, quienes estarían en su gabinete, qué política económica seguiría para sacar al país de la crisis; e inclusive, algunos caminaban a lado de él el día que lo asesinaron, pero creo que la indolencia venía especificada al reclutarlos.

Esto nos demuestra que, lamentablemente, las cosas no hubieran sido muy distintas si Luis Donaldo hubiera llegado vivo a julio de 1994. Sé que para muchos puede ser muy rudo y hasta un poco subido de tono hablar de alguien que ya falleció, y más desde el altar en el que la misma historia creada por ellos nos vendieron: él mártir que México necesitaba; pero me molesta más a mi toda esa lista de personajes, que siguen viviendo de su nombre, sin tener nada que ver con la lucha que él había prometido llevar a cabo.

Pero el más ofensivo para mi es Durazo, porque vivió de cerca el daño que el crimen organizado puede causar a una familia, vio a los hijos de Colosio quedarse huérfanos de padre y luego de madre tras la muerte de esta a los pocos meses por cáncer terminal; y aun así, permitió que Ovidio se fugara, aun así, dejó la Secretaría de Protección Ciudadana sin resolver el caso LeBarón, y aun así, quiere Gobernar el Estado que los vio nacer a ambos: Sonora.

Ese es un buen parámetro para evaluar a sus candidatos este próximo 6 de junio: su historia y el cómo ellos mismos han sido desleales a lo que juraron defender.

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