Este caso resalta la gravedad del feminicidio y el impacto que tiene, especialmente en la vida de mujeres jóvenes. La sentencia de cinco años de prisión para Cristian Iván “N”, dado que es menor de edad, refleja las limitaciones del sistema judicial en cuanto a la severidad de las penas en estos casos. La situación se agrava al considerar que la víctima, Keila Nicole Duarte Acevedo, solo tenía 13 años, lo que hace que el crimen sea aún más perturbador.
El proceso judicial, que se resolvió mediante un juicio abreviado, significa que el joven admitió su culpabilidad, lo que, aunque puede simplificar el proceso legal, no parece proporcional a la gravedad del delito cometido. La recuperación de partes del cuerpo de la menor y la permanencia de restos aún sin localizar subrayan la brutalidad de este feminicidio y la necesidad de un enfoque más efectivo y humano en la prevención y sanción de estos crímenes.
Álvaro Castilla Gracia, al mencionar que el caso se manejó conforme a la Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes, destaca un aspecto importante sobre cómo se trata a los menores en el sistema judicial. Sin embargo, muchos pueden cuestionar si la pena máxima de cinco años es suficiente para un crimen tan grave y si se están haciendo lo suficiente para proteger a las potenciales víctimas en el futuro. Este caso también pone de relieve la importancia de la educación en temas de género, el consentimiento y la violencia, para prevenir que tragedias como ésta vuelvan a ocurrir.